viernes, 10 de diciembre de 2010

El día más común del mundo

 

Despertarse a las 7 de la mañana es más común durante las vacaciones, pero lo hacemos de todas maneras porque tenemos que seguir nuestro día a día y llevar a cabo nuestras responsabilidades.

 

Te despiertas, con fuerza de voluntad te levantas de la cama, tomas la ropa que usaras (pasaste dos horas en la noche eligiéndola y nada te convenció así que tomas algo diferente), entras al baño, abres la llave, el agua cae, entras a la regadera, te das cuenta que el agua esta fría aún, te sales, esperas a que el agua caliente salga, entras de nuevo, te enjabonas, te des enjabonas, sales, tomas tu toalla, te secas, te cambias, notas que tu ropa se mojo porque no te secaste bien, refunfuñas porque tienes que cambiarte la camiseta (hace frio afuera y no te quieres enfermar, aunque sabes que terminaras enfermo de todas maneras). Te cambias por fin y sales, desayunas, te preparas para salir, te das cuenta que se te hizo tarde (de nuevo), sales apurada, entras en tu carro, lo enciendes, no puedes esperar a que se caliente así que arrancas sin aviso, cuando finalmente llegas a la escuela te das cuenta que ya todos entraron, corres al salón, entras, todos están haciendo relajo, el maestro llega (después de ti), tomas la clase, piensas que esa materia no sirve para nada, se repite el proceso hasta que termina tu día de escuela, sales del edificio, en frente donde todos los puedan ver, tú y tus amigos cotorrean un rato, hacen bromas estúpidas, probablemente tengas un par de amigos que jotean mucho “en broma”, miras a la chica o chico que te gusta pasar pero de nuevo no le hablas, piensas que lo harás mañana.

 

Se hace tarde y tienes que irte a comer, te subes al carro, esta vez con paciencia esperas a que caliente, manejas a tu casa, te das cuenta que olvidaste preguntar la tarea, olvidas que tenias tarea, entras en la computadora, revisas tus cuentas, tu facebook, entras al Messenger, twitter y demás redes sociales, nadie se ha conectado pero aún tienes esperanzas, vas a comer, te sirven la comida, la engulles, miras el reloj, te asustas porque ya se te hizo tarde para el trabajo, te levantas, vas a tu cuarto, arreglas tus cosas, te vas a trabajar, las siguientes horas de trabajo están totalmente en negro dentro de tu cabeza, esporádicamente escuchas comentarios tontos que te hacen reír de tus compañeros de trabajo, y ves a tu jefe de vez en cuando gritar y regañarte por algo… termina tu hora de trabajo, han sido los dos minutos más largos de tu vida, pero sabes que los de mañana serán más largos aún. Sales del trabajo, es de noche ya, miras el cielo, no hay estrellas, piensas: “¿Dónde está la luna?” y luego vuelves a tu carro, lo enciendes, esperas que caliente, te vas a tu casa, entras en tu casa y de repente te golpea una onda de cansancio fulminante, cenas lo primero que te encuentras mientras ves la tele, te vuelves a meter a la computadora, ves a todo mundo conectado pero nadie te habla, comentas estupideces en internet, vuelves a ver la tele, te acuestas, te tapas, estas calientito, te das cuenta que dejaste las luces encendidas y te tienes que parar a apagarlas, te lavas los dientes, ves la tele de nuevo, te vuelves a cobijar, cierras los ojos, los abres, piensas “¿Qué me pondré mañana?”, cierras tus ojos de nuevo, no puedes dormir así que te levantas y te pones a elegir tu ropa, ves la tele, te acuerdas que tenías tarea, no recuerdas que era la tarea, te acuestas, te cobijas de nuevo, cierras los ojos, los vuelves a abrir, de nuevo vuelves a pensar… “tengo sueño”… cierras los ojos, los abres, te das cuenta que ya es de día…

 

Vivimos cada paso de nuestros días casi como máquinas, las horas de trabajo nos agobian, pero la pasamos bien con los amigos. La clave de la felicidad está en saber apreciar la magia del día más común del mundo.

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